Os humanistas non queremos amos; non queremos dirixentes nin xefes, nin nos sentimos representantes nin xefes de ninguén.
Os humanistas somos internacionalistas, aspiramos a unha nación humana universal. Comprendemos globalmente ao mundo en que vivimos e actuamos no noso medio inmediato. Non desexamos un mundo uniforme senón múltiple.
Documento Humanista.

domingo, 4 de noviembre de 2012

¡Gracias!


De nuevo, he vuelto a pasar unos días por Galicia. Primero visité a los amigos de A Coruña y después estuve con los vástagos.

Esta época que estoy viviendo la registro con especial sensibilidad, para muestra los últimos post, y son de agradecer muchas de las herramientas y enseñanzas que he adquirido a lo largo de mi vida. En especial la que nos dejó Silo, sus herramientas de trabajo personal, (autoconocimiento, meditación, relajación, contacto con uno mismo y con su energía, …)

Estas herramientas me ayudan, en las ocasiones que pongo atención y cariño, cómo operan en mí mis ensueños, mis temores, mi esperanzas (también las falsas), o el apego.

A que viene todo esto, a lo que hoy digo: mi soledad (como temor) es mi expresión del miedo al cambio, al desapego, a las expectativas que pongo en los demás, al fracaso, al permanecer. Es mi expresión de que si no recibo no tiene sentido porque doy.

Y aquí me viene otra pregunta: ¿tiene sentido lo que doy? Acompañada de ¿doy? Y ¿doy desinteresadamente o buscando algo a cambio?

He de decir que en estos días por Galicia he atisbado respuestas al asunto. No sé si quedarán bien grabadas en mi memoria, pero se que son más “verdaderas” que las que he puesto en práctica más habitualmente.

La cuestión es que en estos días he registrado eso que cuando estas enamorado lo sientes pero no lo percibes: dar es sencillamente bonito; dar sin esperar nada a cambio es basicamente maravilloso. No solo tiene sentido, sino es, basicamente, mi sentido tantas veces perdido tantas veces negado, tanats veces ocultado...

Cuando llegue a A Coruña, tenía la intención de apoyar a una campaña electoral que había vivido y trabajado desde la lejanía de Igualada. Mi disposición fue: “estoy aquí para lo que me digáis” y aunque en algún momento se me paso la idea de que “por lo menos merezco una palmadita en la espalda” (ensoñaciones del prestigio) me quedo claro que tenía que agradecer el curro y el entusiasmo de quienes quieren cambiar este mundo porque genera sufrimiento. Agradecer que mis amigos me dejen compartir su tiempo, sus inquietudes, sus esperanzas y desesperanzas.

Al llegar a Pontevedra, convivir con mis hijos, verles en la cotidianiedad, disfrutar de sus rutinas y de sus tensiones diarias (“vamos que es tarde y no llegas al cole!!, ¡tomate el zumo!,...”) y buscar la manera de dar, como padre, de mostrar el camino que yo seguiría, sin imponer pero sin dejar que la individualidad someta al conjunto (por el asunto de los caprichos y el sindrome”rey de la casa”), de abrir posibilidades, de crear fé en uno mismo, de aprender a ver y a mirar... y a ser padre.

En definitiva, gracias a esta nueva etapa de mi vida estoy descubriendo una nueva manera de mirar el mundo que se añade a las que biograficamente me acompañan, con la particularidad que esta camina reforzando una dirección hacia otros. Ahora tengo más donde elegir, ahora he ganado un poquito más de libertad.

PD. la foto corresponde a un día de campaña electoral en A Coruña, tocaba pegada de carteles.

No hay comentarios: